La crisis sanitaria que estamos atravesando a nivel mundial no solo afectó la vida cotidiana de millones de personas, sino que también al mundo laboral y empresarial.

A raíz de buscar mitigar el porcentaje de muertes ocasionadas por el Covid 19, se han impuestos medidas preventivas en el ámbito laboral, con la finalidad de salvaguardar la vida de los más vulnerables como son las personas obesas, diabéticas o asmáticas, quienes podrán retornar a sus labores pasada la cuarentena.

“Las empresas deberán reorganizar sus espacios físicos y reducir el aforo en un 50%. Para ello, deberán utilizar el trabajo remoto como una forma de innovar en las relaciones de trabajo, pues si bien ya existía el Teletrabajo en el Perú, no tenía tanta aplicación por el sector empresarial. Este tipo de trabajo reduce los costos operativos, incluso algunas empresas han decidido cerrar sus locales y solo realizar teletrabajo, pero son por ahora un pequeño grupo”, indicó Fernando Zegarra, abogado laboralista.

Sin embargo para el especialista, el problema lo afrontan las personas de riesgo o aquellos trabajadores que por aforo no podrán trabajar y tampoco podrán realizar trabajo remoto, debido a que el 30% de los trabajadores formales labora con contratos temporales.

Ahora, según dijo para Nacional “lo que se vive en nuestro país y el mundo es un nuevo fenómeno nunca antes visto y que obliga a todos a replantear nuestra forma de vida, nuestras relaciones sociales, comerciales y laborales”.

Como consecuencia del cambio de paradigma, las empresas tienen que reinventarse para atender en este contexto a un cliente que no pueden ver o tocar, lo cual implica que sin proponérselo han ingresado a la era de la comunicación y servicio digital. Ante ello, es evidente que sucederán actos de despidos por diferentes razones.

Por ejemplo, qué sucede si el mozo que ahora debe hacer delivery en un restaurante, no se adapta al nuevo puesto de trabajo que jamás pensó realizar; o el trabajador que por aforo ya no puede realizar la actividad que venía desempeñando y no es hábil para el nuevo puesto de trabajo. Recordemos cuando un paradigma cambia todo vuelve a cero, explicó.

En ese contexto es posible que las empresas por sobrevivir puedan realizar actos discriminatorios como, por ejemplo, no contratar a personas con obesidad, mayores de 50 años o personas que tengan algunas de las enfermedades consideradas no aptas para trabajo presencial, no importando la edad.

“Es evidente que las empresas van a necesitar médicos de seguridad y salud ocupacional para cuidarse de no tomar a estas personas afectando su derecho al trabajo”, alertó el especialista.

Finalmente para Zegarra, la sociedad en su conjunto tanto el Estado como el sector privado tienen como reto impulsar campañas de educación para que estas personas ingresen a un programa de reinserción laboral con una lista de empresas que se comprometan a contratar a aquellos trabajadores que logren estabilizar su salud o que tengan las debidas garantías ambientales de seguridad y salud en el trabajo para realizar su actividad laboral.