La nueva normalidad ha abierto nuevas dinámicas de adaptación dentro de las rutinas sociales de nuestros niñas y niños. Tal es el caso del uso de los aparatos tecnológicos para la mayoría de sus actividades.

“Las clases virtuales han hecho que estén entre seis a ocho horas diarias conectados a una pantalla alterando su visión”, manifestó el médico oftalmólogo Jorge Velazco Casapía.

En Qué hacer, contó que los problemas visuales son errores refractivos que constan de tres tipos: hipermetropía, astigmatismo y miopía.

Los últimos estudios presentan un incremento en más del 30% de niños y niñas con problemas visuales; como consecuencia de la inmersión de la tecnología de los más pequeños.

“En el contexto actual se ha ido formando una tendencia de miopización y se puede percibir cuando el niño parpadea mucho, achina los ojos para poder visualizar mejor o acerca los objetos para una mejor percepción de lo que ve”, agregó el especialista.

En tal sentido, se debe entender que los problemas visuales se dan por dos factores: hereditarios y adquiridos, este último se desarrolla a partir de los hábitos.

Por ejemplo, si un niño está continuamente frente a una pantalla tiene mayores probabilidades de sufrir algún error refractivo.

Otro factor es la mala iluminación que provoca distintas afecciones en los ojos como fatiga ocular, inflamación en los párpados, enrojecimiento, pesadez ocular, estrés e incluso visión alterada. “Es necesario realizar nuestras actividades en espacio sumamente iluminados y con una luz calidad”, puntualizó Velazco.

Pero en muchos casos la mala medición de la visión puede afectar en mayor grado los problemas visuales. “Hay casos de pacientes con miopía leve que por la mala graduación de lentes terminan con una medida alta”, señaló el especialista.

Además, Velazco recalcó que, dependiendo de los antecedentes familiares, puede haber un 80% de probabilidades de padecer problemas visuales a temprana edad. Por ello, la Asociación Americana de Oftalmología recomienda realizar revisiones oftalmológicas a partir de los tres años de edad y programarlas cada seis meses o una vez al año.

Finalmente, recomendó que para los niños menores de 6 años deben hacer uso de pantallas a una distancia de 40 a 60 centímetros y por cada hora que está expuesto a la pantalla, descansar unos 10 minutos a partir de ejercicios de visualización hacia otro espacio que no sea la pantalla.